JUVENTUD, INTERMINABLE TESORO
“American Honey”
Cada cierto tiempo, al cine indie norteamericano le gusta esbozar un retrato crudo de su más reciente generación de jóvenes. El grupo escogido, habitualmente, suele estar conformado por chicas y chicos de clase baja, tirando a marginal, carentes de esperanza alguna en el futuro y que viven rodeados por un entorno oscuro y sumamente trágico. En dichos retratos los jóvenes son, casi siempre, violentos, promiscuos, consumen drogas como dulces y, por si fuera poco, eligen el camino de la delincuencia prácticamente sin pestañear, como si de un juego se tratase. Seguramente esta visión, tan radical, sea una respuesta natural ante tanta hipocresía por parte de su propia industria a la hora de representar a su sociedad, de forma modélica y ejemplar, pero siempre llama la atención que, a la hora de contar este tipo de historias, nadie navegue por aguas algo más equilibradas. Es decir, o bien se representan a jóvenes acomodados con buena vida o a chicos y chicas a los que la vida maltrata sin piedad.
“American Honey”, cuarto largometraje de la británica, Andrea Arnold (Fish Tank, 2009; Wuthering Heights, 2011) quien gusta mucho de los hiper dramas, pertenece al segundo grupo de films donde los jóvenes no hacen otra cosa que sufrir. Tan solo en la presentación de la protagonista de esta cinta, por ejemplo, vemos que la misma debe cuidar y alimentar a sus hermanitos buscando comida caducada en los contenedores de basura, tiene un padre macarra que abusa de ella, y una madre, alcohólica y pasota que no quiere hacerse cargo de su familia para poder seguir bailando country por las noches.
Al margen de la poca conexión que me genera esta extrema representación de la juventud, más la constante irritación que me produce la protagonista, quien se empeña en seguir y perseguir a un chico que la utiliza como a un trapo viejo, creo que lo peor de la cinta, es su extensísima duración, la cual con dos horas cuarenta y tres minutos (si, si, leyeron bien) hace bien difícil soportar una historia que, no contiene mucho argumento y que se repite una y otra vez en su estructura.
A pesar de todo lo dicho, si somos capaces de aguantar su extensísima duración la cinta no sale tan mal parada gracias a una bonita fotografía malickiana, una divertida banda sonora repleta de hip hop y country, pero por, sobre todo, gracias al elaborado diseño de sus contradictorios personajes principales, algo clave para empatizar con ellos, y acompañarlos hasta el final de este interminable viaje.
Interpretan esta road trip por la USA profunda la debutante Sasha Lane, quien nos regala un papel fresco y creíble junto a Shia Lebouf, en un papel que, según todo lo que se publica en la prensa, le cae como anillo al dedo.
Esperemos, por el bien de los espectadores, que la directora Andrea Arnold, muy propensa, no solo a no cortar material en la mesa de edición, sino a ir sumando cada vez más minutos a sus cintas, recapacite y no proponga para su siguiente largo, otra interminable y agria historia de jóvenes rotos.
“American Honey”ENG/ USA Dir: Andrea Arnold 2016