The Hobbit: Un unexpected journey” 3D
DISFRUTAR COMO UN ENANO
Habiendo tanto estreno en falso 3D (hay una técnica que lo emula) y con una notable diferencia en el precio de la entrada con respecto al de la versión 2D, uno debe tomarse tiempo e informarse bien, a la hora de elegir que ver en tales dimensiones, para no sentirse estafado.
A día de hoy, la técnica de la estereoscopia, continua siendo, solo una vuelta de tuerca de la industria para potenciar la experiencia y tentar al público con un extra para que asista a las salas de cien, tratando de evitar así, la debacle total de un sistema en caída libre.
Como espectador básico, que solo consume 3D de tanto en tanto, encuentro que por ahora el efecto de la profundidad y volumen otorgado por la tecnología estereoscópica, es una artimaña sumamente artificial, que salvo en contadas ocasiones, logra que la experiencia sea mejor o más “realista” que el cine de dos dimensiones.
La mayoría de las veces, da la sensación de estar viendo algo así como una maqueta o un libro para niños pequeños donde las figuras troqueladas pueden levantarse, con lo cual el efecto es simpático y curioso, pero no efectivo
Aprovechando el nuevo film Tolkien de Peter Jackson, para evaluar su 3D, llego a la conclusión que parte de esa artificialidad mencionada, radica en el tamaño del plano (general, americano, medio o primer plano, etc). Dependiendo del encuadre, el truco queda más o menos en evidencia, haciendo que nuestra atención se desvíe de la narración hacia el efecto.
Donde mejor funciona el truco, es sin lugar a dudas en los planos generales, donde la distancia entre objeto y fondo no es tanta, logrando un volumen y profundidad mucho más natural para el ojo. Por el contrario, en los primeros planos o escorzos, el recorte (o distancia) que ya se obtenía del propio desenfoque de los fondos, sumado al espacio del 3D, causa una distancia irreal y excesiva, que luce antinatural.
En oposición al uso lúdico de las tres dimensiones, y en busca de una evolución dentro del lenguaje, el director Peter Jackson es el primero en utilizar tecnología HFR (High frame rate) y rodar el film a 48 fps (lo habitual es 24 fps) cosa que permite captar el movimiento de manera más similar a como lo hace el ojo humano y además corregir una pequeño desenfoque estroboscópico del 3D.
Con argumento simple, pero cumplidor como, un viaje de aventuras para recuperar el hogar de (la raza de) los enanos, en manos de un dragón, y con un tono, mas de comedia, que la oscura trilogía del anillo, Jackson vuelve a la dirección en las grandes ligas de las superproducciones tras el fiasco de The Lovely Bones en el año 2009.
Descontando las épicas batallas a las que estamos acostumbrados o de las divertidas escenas, como la de los enanos en casa de Bilbo, uno de los grandes momentos del film y de los pocos con cierto peso dramático, es la escena del duelo de acertijos entre Gollum y Bilbo en las cavernas. En la academia de Hollywood, se está debatiendo desde el 2011 como incluir este tipo de actuaciones (parte humanas, parte digital) en los Oscars, ya que la interpretación de Andy Serkis, por mucho CGI que tenga, es soberbia.
Proyecto complicado de sacar adelante donde Jackson y equipo, tuvieron que sobreponerse a la bancarrota del estudio MGM, la partida, después de año y medio a cargo, de su ex director Guillermo del Toro, la ulcera del propio Jackson, el incendio de una parte de los decorados, y alguna cosa más.
Aunque nos moleste bastante la abusiva estrategia de haber subdividido y estirado un pequeño libro como el Hobbit en tres films, viendo esta primera parte disfrutamos y nos lo pasamos como enanos (como se diría cariñosamente en Argentina a los niños pequeños) viendo esta entretenidísima historia sobre unos enanos que quieren volver a su casa.