“End of Watch”
MALDITA CAMARA EN MANO
En el año 1999 el film “The Blair witch project” abrió las pesadas y rígidas compuertas del celuloide para introducir como nuevo elemento narrativo, el uso de las cámaras de mano (handycam o cámara domestica) dando una sensación más cercana, realista y acortando las distancias entre la realidad y la ficción.
El mismo film tuvo además, el acierto de justificar de forma lógica, el uso narrativo de estas de cámaras, creando así una de las principales reglas de esta herramienta que es establecer en el comienzo de la película, para y porque veremos grabaciones caseras en eventos o situaciones donde la gente no elegiría necesariamente grabar.
Desde entonces, y con el incremento de las pequeñas cámaras (de seguridad, ocultas, dispositivos móviles, etc) en nuestra vida cotidiana, gran cantidad de films han aprovechado, hasta el hartazgo, la moda y el tirón de estos nuevos juguetes, que permitieron contar historias, otorgando novedosos puntos de vista. Obviamente lo de novedosos solo es válido cuando se utilizan por primera vez.
End of watch, tercer film de David Ayer (“Harsh Times 2005, Street Kings 2008”) no solo repite la trillada formula de la cámara en mano semidocumental, que todo lo registra, sino que además, copia casi milimétricamente la mítica serie americana COPS, donde en un primer atisbo de reality show, unas cámaras de tv seguían a una patrulla de policías reales en su rutina diaria contra el delito.
Momentos muertos arriba de la patrulla, falta de conflicto y poco desarrollo de los personajes secundarios son algunos de los puntos flojos del film, pero donde falla realmente es cuando justifica el uso de la cámara en mano, con su protagonista, explicando que documentara todo lo relacionado con su trabajo y el de su compañero, y no con el resto de personajes que también recurren al mismo truco porque si.
Ayer, más famoso como guionista de films como Training Day o Fast and the Furious, dirige esta cinta sobre dos policías honestos que comparten y disfrutan su duro y arriesgado trabajo, donde entre las cosas más rescatables están, la buena química entre los actores Jake Gyllenhaal y Michael Peña, quienes logran una realista relación de hermandad, y algunos momentos de acción y adrenalina mientras patrullan los barrios bajos de Los Angeles.
Aunque sabemos que lamentablemente para octubre de este año llega una nueva película sobre Piegrande con esta manida técnica y que difícilmente Hollywood se detenga, esperamos que durante un buen tiempo, un par de décadas mínimo, el resto de la industria cinematográfica del mundo olvide y abandone el uso de esta herramienta, la cual nos supo dar grandes alegrías y sorpresas como Blairwitch Project, Cloverfield, Chronicle, REC, Paranormal Activity o Project X pero que debido a su repetido y desmedido uso se ha ido convirtiendo poco a poco en lo opuesto de lo que simbolizaba (algo novedoso) llevándonos a maldecir frente a la pantalla al grito de “¿¡Otra maldita cámara en mano!?”