«The Fury»

“The Fury” («La Furia», ESP, ARG) 1978 Dir: Brian de Palma USA

OBSESION SANGUINEA

Debido a mis pocos años durante la primera parte de la década de los ochenta, tengo una gran laguna mental con respecto a un montón de films que se estrenaron en dicha época. Cada vez que reviso clásicos de aquel momento, descubro, en el fondo de mi memoria que la mayoría ya los he visto, pero siempre de forma fragmentada o incompleta. En el caso del este film, puntualmente recordaba algunas imágenes del comienzo y su apoteósico final.

Dos años después de “Carrie”, y en el año que quien escribe, veía la luz, Brian de Palma volvía a la carga con otro potente contenedor de obsesiones sanguíneas llamado The Fury.

Con una enrevesada trama, De palma reviste el espíritu diabólico de Carrie para contarnos otra película de mentes poderosas capaces de hacer mucho daño cuando se enfadan.

Kirk Douglas, interpreta a Peter, un agente secreto que es traicionado por su amigo y gobierno (quienes intentan eliminarlo) para poder manipular el misterioso don (poder) de su joven hijo, Robin (Andrew Stevens).

Amy Irving (la antes malvada compañera de Carrie) es Gillian, una gentil y bella muchacha que descubre que también posee un don (videncia y poder psíquico) que solo le trae problemas donde va. Asustada y cansada del asunto (casi mata a su madre con la mente durante una discusión), Gillian, acude a un proyecto que se especializa en ayudar y enseñar a jóvenes a controlar sus dones o poderes psíquicos. 

El proyecto, liderado por Ben, John Cassavetes (el amigo que traiciono a Peter para quedarse con su hijo) también está interesado en controlar a la inocente muchacha, ya que junto a Robin, podrían ser entrenados y utilizados por el gobierno, como un poderoso arma (nunca aclaran si es para defenderse o atacar) Mientras se esconde de los agentes del gobierno que lo persiguen, Peter, utilizara a Gillian (quien está conectada telepáticamente a Robin) para poder encontrar a su hijo, quien lo cree muerto.

Con este, su quinto film, De Palma volvía a demostrar, como ya lo había hecho previamente, que tenía un gran potencial como director, y mucha mano para la realización y la puesta en escena. Los increíbles encuadres, angulaciones y movimientos de cámara, utilizados con precisión clínica para exaltar, el poder, los sentimientos y principalmente la furia de sus personajes, hacen que, esta no tan bien acabada cintasea de visionado obligatorio para cualquier estudiante de cine (prestar mucha atención en como De palma destila amor y pasión por el séptimo arte utilizando pantallas de cine para representar las vivencias telepáticas de Robin y Gillian)

Al margen de lo lioso de su argumento y lo anticuada que pueda resultar la trama para el público de hoy en día (la telequinesis claramente fue un tema de moda en los 80´s) vale la pena sentarse a ver durante 118 minutos, como De Palma y compañía, aliados con el gran, John Williams y su potente música (Tiburón, Star Wars, Superman, etc), hacían las delicias del público de la época con otra sangrienta y fantástica historia de jóvenes que sin control y con un poco de furia podían hacerte volar en mil pedazos.